Como estaba previsto, no hubo declaración de conclusiones para, por un lado, no generar expectativas que no se iban a cumplir, en especial la de acordar en una sola cumbre la financiación y tamaño que ha de tener el nuevo Fondo de Recuperación; y, por otro, aprovechar esta ocasión para limar asperezas y acercar posturas en lo que sí existe consenso, mientras se encarga a la Comisión Europea la elaboración de propuestas concretas. En este sentido, en la rueda de prensa al término de la videoconferencia de los 27 Jefes de Estado y/o de Gobierno, el presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, informó que: 1) el Fondo de Recuperación deberá ser de una magnitud suficiente, ir dirigido a los sectores y territorios más afectados y ser específico. La Comisión Europea presentará una propuesta antes del 6 de mayo; 2) el paquete acordado en el Eurogrupo de 9 de abril, por valor de 540.000 millones de euros, ha de estar operativo el 1 de junio de 2020; y, 3) las prioridades de la hoja de ruta para la recuperación, que presentó Charles Michel el 22 de abril, son las adecuadas; es decir, mercado interior, aumento del esfuerzo inversor, coordinación a escala global y gobernanza europea eficaz. Unas prioridades que reflejan, en parte, las defendidas por España. La razón es que no hay consenso sobre la propuesta española, compartida por Francia e Italia, de que el citado Fondo tenga un volumen de entre 1 billón y 1,5 billones de euros y se financie mediante deuda perpetua para realizar transferencias. En concreto, los dos elementos principales de divergencia está en si financiarlo con cargo al presupuesto europeo y en si el apoyo ha de ser vía transferencias o créditos. En juego está, entre otras cuestiones, la salida simétrica de la recesión y la igualdad de condicione dentro el mercado interior.

 

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